- Previo
Otra vez tarde. Salí de casa con poco tiempo. A la carrera metí las coordenadas de la llegada prevista en los primeros planes. Observé alguna posibilidad de acortar, pero prefería no perder tiempo en cálculos, si tenía que acortar sería saliendo por cualquier lado. La apuesta estaba echa: 6,49Km estimados que sabiendo lo que sabemos de los días anteriores se tranformarían en más de 7000m nadando.
Fuimos a Mala, con las coordenadas, a ver la llegada, una playita mínima entre las rocas. Me llevaron después a la salida en Los Cocoteros. Era tarde, estaba lloviendo, el cielo gris y se pondría negro.
- [18:07] Los Cocoteros
[20:15] Mala (Vaya Querida)
Tiempo nadando: 2h:07:51
Distancia estimada: 6,49 Km
Ritmo efectivo: 1:58,2/100m (tiempo real / distancia sobre el mapa en hectómetros)
Distancia nadando, de GPS: 7,10 Km (109%)
- Incidencias:
Ayer olvidé endulzar el GPS, la sal bloquea uno de los botones. He de estar pendiente.
Salir de noche, una y no más. - Crónica:
Hoy me resulta más facil escirbir.
Mañana con tiempo subo unas fotos y algunos detalles más. Hoy os contaré que fue larguiiísimo. Resultaron 7,10Km y eso es mucho nadar con las olas y el viento.
Aunque me dió un poco de pereza meterme en el agua, pronto tuve buenas sensaciones. Las primeras gotas de lluvia de lo que sería un buen aguacero me acompañaron en la entrada. Comienzo a nadar, el cielo plomizo, la temperatura estupenda. Los brazos enérgicos. Me encontraba a gusto, motivado. Cogía mucho agua en cada remada. Pronto no me importó dejar de ver el fondo. Hoy la oscuridad del fondo y del cielo no me daban ningún miedo, me encontraba bien. Crucé la primera ensenada en linea recta, con un ritmo vivo pero controlado; tenía que ganar tiempo. Disfruté mucho de la primera hora de nadar.
De repente, una de las veces que levanto la vista entre brazadas para poder ver las referencias de tierra, veo un resplandor, un rayo ¡un rayo! Me impresiona, pienso, un instante, cuánto de vulnerable soy allí en medio; y si el cabo que arrastro o la bolsa o yo mismo braceando me hacen mejor diana para una descarga; podría ser, trato de dejar de pensar en eso. Pero no han pasado dos segundos cuando el trueno me eriza toda la piel. Grrrrrrrrrrrrr! Uno se despierta a la vida; por si uno estuviera poco vivo nadando contra el mar y sus miedos, en pleno ejercicio intenso, la conciencia pega un vuelco, lo ojos se abren tanto que si alguien pudiera miralos nos vería hasta las entrañas, hasta el primer miedo a nacer podría verse al través de nuestra pupila cristalina, ávida de realidad, despertada por el trueno. -Seguir queda- me digo, está lejos. Aún veré caer uno cuantos más.
Voy nadando bien, todo funciona. Pero miro el reloj, sé lo que va a pasar. Ya voy cerca de los ochenta minutos y sé bien que por aquí, por este lugar en el tiempo, hay una barrera. Y será el cansancio, seguro, qué va a ser sino, algo fisiológico, se merman mucho las reservas de energía, los cationes quizá... Sin embargo la experiencia, la sensación, es otra, el cansancio no se manifiesta en pesadez en los brazos, o en falta de aire, el cansancio se revela en tristeza. Una suerte de melancolía extraña invade los pensamientos, no es un desplome, es una rémora que se viene y que lastra cada brazada, cada una de las que hay que dar para librar con la cabeza las olas al respirar. Es tristeza sí, no es cansancio. Pero la conozo, sé que viene y estoy preparado. Me concentro en estirar la brazada, miro a la costa esa décima de segundo en que saco la cabeza, respiro un instante solo por la nariz y me concentro en el olfato, dejo que la tristeza me acompañe primero, y que se vaya después. Ahora solo es cansancio.
No sé como voy de tiempo pero quizá no voy muy mal, concentrarme en remar bien y estirarme, librar las olas sin pararme es mi principal objetivo para optimizar las energías. Llevo ya cerca de una hora y cuarenta y lo que falta ahora es la luz. La costa es una linea de pierda volcánica negra con cara de pocos amigos y el fondo empieza a no verse bien. Trato de seguir paralelo a la costa, porque ahora ya no tengo referencias al frente, ni idea de por donde queda la salida. Pronto veo Arrieta, pero no tengo ni se me ocurre me serviría esta referencia desde el agua. Una hora y cincuenta y decido quitarme el GPS de la cabeza para ver cuanto queda en linea recta hasta la salida, lo que queda ha de ser casi recto. Son 960m, al 345º de mi rumbo actual. Ya casi no se ve nada, voy a tener que usar el GPS para encontrar la salida. Quien me espera estará muy preocupado. Decido no mirar el aparato, nado, sigo nadando, no lo miro. Pero cuento las veces que el aparto vibra para decirme que van cien metros más. Cuando he contado seis, lo miro. Y justo en ese momento veo unas luces en tierra, es mi coche, me están indicando la salida. Ahora... a ver las rocas... la salida buena es estrechita, mínima. Al final, casi a tientas trepo por donde no es; no era dificil, la adrenalina lo hace todo posible.
Llegué.
Vaya Querida, es el nombre de la punta a donde llegué, eso dice el mapa. - Fotos:
lunes, 21 de septiembre de 2015
[04] Mala (Vaya Querida)
. publicado
23:55
Etiquetas:
_etapas
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